Muchas veces incomprendido por la prensa y la opinión pública, injustamente acusado de ser el responsable de la crisis 80-82 que afectó no solo a Costa Rica sino a todo el planeta, siempre supo mantener sus ideales y principios. Argumentó que sus prioridades estaban en la defensa de la institucionalidad y en la justicia social. Aunque dejó el gobierno hace más de un cuarto de siglo, siempre se mantuvo activo en la vida del país. A sus 80 años don Rodrigo libró su última batalla por Costa Rica durante la campaña en contra del TLC hace dos años cuando se arrolló las mangas para trabajar a favor del NO. Fue un ejemplo de coherencia entre su discurso y los hechos de su vida.
Su honestidad y entereza en el ejercicio de los diversos cargos públicos que ejerció, lo sitúan en un lugar de privilegio en la historia Patria.
Ottón Solís y Shirley Sánchez
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